Lo hizo también el PRI en su momento. De hecho, lo han hecho dirigentes poderosos, como el emperador romano Septimio Severo (193-211), quien incluso mandó a construir la constelación del día de su nacimiento en su despacho oficial.
Esta justificación histórica, que busca legitimar el poder del movimiento, debe ser objeto de un análisis crítico que vaya más allá de lo meramente político para adentrarse en la filosofía de la historia y la ética del poder. Aunque los poderosos quieren justificarse en la historia y utilizarla para legitimarse, justamente la historia misma los pone en su lugar: muchas veces el olvido. Para eso, empero, tiene que pasar el tiempo suficiente, para constatar si lo que hicieron ellos realmente es histórico.
Cualquier historiador de mediana formación sabe que lo propiamente histórico suele escapar a los circuitos del poder. Lo histórico tiene que ver más con la formación de lo humano de los pueblos y las culturas que con los ejercicios de poder. Si bien es cierto que los poderosos han hecho documentos y monumentos (la materia prima de la historia), lo que impacta en el ámbito cultural y civilizatorio tiene mayor peso histórico que aquéllos. Homero y Hesíodo tienen mayor peso que los líderes políticos de la Hélade de su tiempo. Dante más que los políticos florentinos de su tiempo.
La narrativa de la 4T constituye más un mito político-religioso que ignora la complejidad de la historia, margina el pensamiento crítico y pone en riesgo la democracia que una probada reflexión histórica. No se diga el tema ético. Su convicción es que, con la autoridad moral que dicen tener sus dirigentes, con tal calidad se resolverán los problemas sustanciales del país: corrupción, impunidad, desigualdad, inseguridad y violencia. Pero les ha faltado una crítica moral del poder.
1. El mito de la "Cuarta Transformación" y la manipulación de la historia
El discurso oficialista de la 4T, impulsado primero por Andrés Manuel López Obrador y continuado por la presidenta Claudia Sheinbaum, pretende justificar su existencia y sus acciones a través de una visión simplista y teleológica de la historia nacional. Según esta narrativa, la 4T es el momento de "purificación" de la vida pública, destinada a fundar una nueva república. Esta visión ignora los marcos historiográficos y filosóficos rigurosos. Lo que se considera histórico en un momento, con el tiempo pasa al olvido.
En lugar de emular las virtudes de los héroes nacionales como Juárez o Madero, López Obrador adoptó un "estilo personal de gobernar" que recuerda a la dictadura de Porfirio Díaz, caracterizado por la centralización del poder, el sometimiento de adversarios y el culto a la personalidad. La presidenta Sheinbaum sigue tal enfoque, identificando su gobierno con el movimiento y el movimiento con la nación, al tiempo que apela a "las grandes gestas del pueblo mexicano" para legitimar su agenda.
Desde una perspectiva filosófica, la narrativa de la 4T choca con las "leyes de la historia" de Jacques Maritain, un neotomista del siglo XX. Maritain argumenta que la historia no es una lucha entre héroes y villanos, sino un proceso complejo de "doble progreso contrario", donde el bien y el mal coexisten y se interfieren mutuamente. La visión maniquea del gobierno, que suele endiosar un periodo y descalificar a otros, ignora la "ambivalencia" inherente a toda época histórica. La historia, en esta lectura, es un proceso de realización de la humanidad a largo plazo, no un mandato para un poder político específico.
Esta visión se asemeja más a un simbolismo religioso que a una conciencia histórica madura, donde el líder se presenta como un "mesías" que guía a un "pueblo elegido" hacia una "tierra prometida" de justicia, enfrentando a un "enemigo" vil y malvado.
2. La libertad de expresión y la ausencia de crítica
La narrativa histórica de la 4T tiene consecuencias directas sobre la libertad de expresión y el pensamiento crítico. El gobierno, al justificar sus acciones como "mandato del pueblo" e históricamente legítimas, construye un discurso en el que la crítica es vista como un ataque del "enemigo". Así, aunque la libertad de expresión está garantizada legalmente, en la práctica se vuelve ambigua y arriesgada. El caso de la diputada “Dato protegido” es un ejemplo muy ilustrativo de esta nueva época. La ley al respecto propuesta por el gobernador poblano Alejandro Armenta es otro.
Por otro lado, MORENA ha abolido la razón y la crítica al interior del régimen. En lugar de un diálogo racional, se fomenta una "falsa crítica a los regímenes del pasado" mientras se acallan las voces que cuestionan el poder actual. Los líderes de la 4T no asumen su propia responsabilidad, sino que atribuyen los problemas al "pasado y/o los adversarios", posponiendo la resolución con la retórica del "se está investigando". Esta actitud, que ignora el presente y elude responsabilidades, culmina no sólo con un golpe definitivo a la libertad de expresión, sino a la libertad de pensamiento.
El concepto de "pueblo" se convierte en una herramienta para validar este discurso. El "pueblo" es presentado como una entidad monolítica y homogénea, y su voluntad, tal como la interpreta el gobierno, se equipara a la verdad. La pluralidad y diversidad de la sociedad civil son ignoradas, y los disidentes, incluso dentro del propio partido, son marginados o exiliados.
La falta de crítica no es solo un problema político, sino una amenaza a la racionalidad misma. La política, en su esencia, nació para "superar la ley de la selva" a través del diálogo y el convencimiento. Sin crítica, el pensamiento riguroso se extingue, lo que a largo plazo, puede llevar a la muerte del pensamiento crítico y, por extensión, al declive de la propia humanidad, como lo ejemplificó Albert Camus al romper con la izquierda intelectual de su época para defender la verdad y la razón sobre la ideología.
3. Conclusión: La necesidad de una democracia plural
La visión de la 4T como la "historia" de México es una peligrosa simplificación que atenta contra los principios de la democracia y la racionalidad. La reducción del acontecer histórico a una lucha por el poder, la demonización de la crítica y la elusión de responsabilidades son características de un régimen que, aunque mantiene las formas democráticas, disuelve el Estado de derecho y socava la pluralidad política. Los hechos hablan por sí mismos: la colonización de los poderes públicos.
El análisis de los discursos de Sheinbaum confirma la continuidad de esta estrategia. La presidenta, al identificar a "México" con la "4T" y a su predecesor con un "gran" líder histórico, refuerza una narrativa que deja poco espacio para la disidencia. La sociedad civil, con su diversidad y heterogeneidad, sigue siendo excluida, desmantelada y/o ignorada de las decisiones públicas. Los líderes del oficialismo, incluyendo a la presidenta, hablan a nombre del pueblo, pero no escuchan a los disidentes.
Para enfrentar este horizonte y sobrevivir es preciso vitalizar a la sociedad civil como una expresión plural del pueblo. Es crucial retomar el diálogo social en todos los ámbitos —familia, escuela, trabajo— para ejercer una política que resuelva problemas a través de razones y argumentos, y no meramente decisiones del poder. En última instancia, el desafío para México es defender la verdad, la razón, la libertad de expresión y la pluralidad como bases para una democracia verdaderamente genuina.
Fuente: E-consulta.
[Regresar a la página principal] |