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Desigualdad, desde el origen
Noticia publicada a
las 12:59 am 17/07/25
Por: Claudia S. Corichi García.
Medir la movilidad social consiste en conocer si una persona alcanza un nivel de ingreso o un grado educativo mayor o menor que el de sus madres y padres.
En México, el origen de las personas es determinante para el acceso a las oportunidades: 50 de cada 100 que nacen en la parte baja de la escalera de recursos económicos no logran superarla durante su edad adulta;
existe además una desigualdad persistente entre mujeres y hombres pues una menor proporción de ellas mejora su posición económica.
Ese es uno de los hallazgos del más reciente Informe de Movilidad Social en México (Emovi) realizado por el Centro Espinosa Yglesias que recaba datos sobre inclusión financiera y cuidados. Una inquietud de sus autores es saber si para la población del país el origen es destino, considerando las oportunidades que tienen a su alcance.
Medir la movilidad social consiste en conocer si una persona alcanza un nivel de ingreso o un grado educativo mayor o menor que el de sus madres y padres. Pues bien, según la Emovi, 73 de cada 100 personas que nacen en hogares con menores recursos económicos, quedan entrampadas (y atrapadas) en condición de pobreza.
El ejercicio demoscópico que se realiza desde 2006, tiene una metodología similar a la empleada en otras naciones lo que permite su comparación; entre un grupo de 50 países para los que se cuenta con información, México se ubica entre los 10 con mayor desigualdad de oportunidades.
Otras circunstancias que influyen en el destino de las personas es la ubicación geográfica: nacer y crecer en una zona rural limita el ascenso en la escala social en comparación con el entorno urbano, lo mismo que las características personales que se traducen en una mayor desventaja en cuanto a oportunidades para las mujeres, para la población indígena y para las personas que tienen un tono de piel más oscuro.
En el ámbito educativo también hay diferencias marcadas ya que una mayor proporción de mujeres se queda por debajo del nivel educativo profesional alcanzado por sus padres y madres.
En conjunto, los resultados de movilidad social comparados entre mujeres y hombres indican un logro menor de oportunidades para ellas, una brecha que está presente en todos los estratos económicos. “Lo anterior implica que la desigualdad de género opera independientemente de la condición de origen económico de las personas”, subraya el informe.
Para revertir las condiciones de desigualdad, los autores proponen que las políticas sociales y educativas incorporen un enfoque de movilidad social y consideren el origen económico de las personas, así como el componente regional y de género.
POR MTRA. CLAUDIA CORICHI. PRESIDENTA NACIONAL DE LA COLECTIVA 50MÁS1
@CLAUCORICHI