Noticia publicada a las 03:16 am 22/04/24

Por: Alfredo Jalife-Rahme.

En su luminosa entrevista, John Mearsheimer asienta, que la respuesta de Irán, el icónico 14 de abril, al bombardeo de su consulado en Damasco y el concomitante asesinato masivo de su personal, exhibió la vulnerabilidad de la legendaria deterrence (del latín deterrere: disuasión por el terror) de Israel, que gozó hasta ese día su “dominio escalatorio”.

A juicio de Mearsheimer, la apabullante deterrence de Israel ha sido socavada: a nivel vecinal con las guerrillas de los palestinos sunnitas de Hamas en Gaza y los chiítas libaneses de Hezbolá en Líbano y, a nivel regional, con la asombrosa metamorfosis geopolítica de Irán, que pasó de la estrategia de prudencia a su nueva dinámica contra-deterrence, la cual horadó la base aérea de Nevatim, a 30 km de la planta nuclear de Dimona –donde Israel detenta sus más de 300 bombas clandestinas atómicas (Jimmy Carter dixit)– quizá el sitio más blindado y vigilado del planeta.
Mearsheimer define que el dominio escalatorio del ya caduco deterrence de Israel ha sido seriamente dañado a partir del 14 de abril que, a mi juicio, marca una nueva ecuación que redefine la geopolítica del Medio Oriente. La teoría del dominio escalatorio versa sobre la “habilidad de escalar un conflicto en forma tal que sería desventajoso o muy costoso al adversario.
Las supuestas represalias esperadas de Israel contra Irán –que han dado pie a diferentes narrativas de la guerra de propaganda: desde otro montaje hollywoodense hasta la mayor hazaña jamás ejercida en la Vía Láctea por el invencible ejército israelí, que exasperaron a Itamar Ben-Gvir (el zelote ministro del Interior de Netanyahu), quien fulminó que se trataba de una vacilada, lo cual desató volcánicas críticas de la misma oficina de Netanyahu y del opositor Yair Lapid, quienes juzgaron que su aserto ponía en riesgo la seguridad nacional de Israel.
En contrapunto, el canciller persa Hossein Amirabdollahian, explícitamente reportado por Russia Today (¡mucho ojo!), refirió que las explosiones en los cielos de Isfahan, sitio histórico de la Unesco, donde se encuentra una importante base aérea de Irán, “no fueron un ataque (¡ megasic!)”, sino “dos o tres UAV, que ni siquiera llegan a drones, sino juguetes (¡ megasic!) con los que nuestros hijos juegan”.
Mientras Financial Times da vuelo a la hazaña de Israel, con lujo de detalle de un misil balístico, una de cuyas partes cayó en el país árabe de Irak –¡parece un cuento más de las Mil y dos (sic) noches!–, el canciller iraní Amirabdollahian refiere que el lanzamiento de tales juguetes provino de adentro del mismo Irán. La prensa libanesa, usualmente muy bien informada, ha emitido la hipótesis de que los juguetes del Mossad fueron lanzados desde la parte kurda del país persa Irán.
Mas allá de las tratativas tras bambalinas entre el director de la CIA, William Burns, y los iraníes en el sultanato de Omán, que describen a su manera Seymour Hersh y el geopolítico brasileño Pepe Escobar, después de leer todos los autohalagos hollywoodenses y telenovelescos (al estilo del canal sionista Televisa) de Israel en los multimedia de Occidente, es aconsejable escuchar al connotado analista militar ruso Andrey Martyanov, quien, después de describir la capacidad misilística de Israel, que no es nada grandiosa, comenta que todo lo que lanzó Israel a Isfahan fue interceptado.
Martyanov juzga que sin EU las capacidades militares de Israel no son nada. Yo matizaría debido a la posesión de más de 300 armas clandestinas nucleares de Israel. Tampoco subestimaría el enorme daño de la deterrence financiera de la que se jacta Jerusalem Post, que merece un análisis puntual.
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Fuente: La Jornada.

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