Claudia Guerrero Martínez
"ENTRE LO
UTÓPICO Y LO VERDADERO"
Gilberto Nieto Aguilar
"LIBERTAD
Y EDUCACIÓN"
Martín Quitano Martínez
"ENTRE
COLUMNAS"
Evaristo Morales Huertas
"VERACRUZ
EN LA MIRA"
Luis Hernández Montalvo
"MAESTRO
Y ARTICULISTA"
César Musalem Jop
"DESDE
LAS GALIAS"
Ángeles Trigos
"AIDÓS
Q DíKE"
La mujer es lo más bello de la vida, cuidemos de ellas...
Son payasos, no son políticos
Noticia publicada a
las 03:38 am 26/11/23
Por: FRANCISCO RODRÍGUEZ.
Reírnos de quienes dicen ser políticos quita a éstos parte de la importancia que creen tener y merecer.
Estos singulares personajes de todos los partidos políticos brindan material cotidiano a los cartonistas, quienes con ingenio y unos cuantos buenos trazos plasman opiniones que a los escribidores nos lleva teclear cuartillas y más cuartillas.
Son también el germen que produce decenas, cientos, miles de memes que corren a gran velocidad en las redes sociales.
El humor permea la política y, sobre todo, al poder. Los políticos, ya sea como candidatos o gobernantes, de vez en vez echan mano de chistes, exageraciones o situaciones absurdas para conectar con los ciudadanos, pero sobre todo con sus audiencias, que los siguen de cerca por televisión y redes sociales.
La risa les permite conectar con el público y los hace ver humanos, más cuando se ridiculizan a ellos mismos.
El caso prototípico es el regiomontano Samuel García, un producto netamente mercadológico de quien hoy es su esposa, Mariana Rodríguez.
Aunque también hay quienes involuntariamente arrancan carcajadas, como es el caso del Presidente Andrés Manuel López Obrador, de quien la mayoría hace mofa ya por sus disparatadas ocurrencias, ya por las “ideotas” que expone en sus matinés. Aunque no haga chistes, resulta absolutamente ridículo.
Son decenas los payasos que asoman cada tres años con motivo de las campañas políticas.
Son payasos, no son políticos.
Y es que, más que políticos con un sentido del humor inteligente, parecen una caravana de payasos y bufones que han puesto en ridículo el ejercicio de los cargos de elección popular.
Y así es como los medios y las redes se llenan de ridiculeces tales como la del alcalde de Cuajimalpa, Adrián Rubalcava, quien en una rabieta renuncia a su militancia priísta para, tras pensárselo dos veces, dice que no, que espérenme tantito, que es una pausa a dicha membresía nada más.
Lo secunda en su berrinche la alcaldesa de Cuauhtémoc, Sandra Cuevas, y amenaza con dejar que ningún político traspase los límites de la demarcación a su cargo. Pero, ¿cómo va a impedir que AMLO reingrese a Palacio Nacional? ¿O qué Martí Batres llegue a despachar en el Viejo Palacio del Ayuntamiento? Y los senadores ¿a qué sede alterna los piensa enviar a grillar y a sesionar? De carcajada, pues.
Para reírse, también, pero de pena ajena el episodio protagonizado apenas por la señora Clara Brugada en el noticiero radiofónico de Joaquín López-Dóriga. Impuesta por el dedo, quiso imponerse al conductor cuando éste le recordó que había perdido la encuesta para elegir candidato a la jefatura gubernamental de la capital del país. El resultado fue que la morenista de auto disminuyera todavía más.
¡Cómo nos seguiremos divirtiendo!
Mientras México se va lentamente al carajo.
¿No cree usted?
Sheinbaum, la soñadora
Durante las campañas políticas, asimismo, los propagandistas de uno y otro bando usan a los sueños para forzar la historia con el pulso de la premonición mediante una visión, más o menos espontánea, que cobra valor de profecía.
Claudia Sheinbaum no ha escapado al embrujo y hace unos días reveló que tiene sueños. Diecisiete, para ser precisos.
Impedida de hacer propuestas por ser legalmente precandidata –aunque todos sabemos que su papel ya es el de candidata formal de Morena desde hace por lo menos un par de años–, sus redactores de discursos recurrieron a la figura onírica para enmascarar sus pretensiones en caso de obtener el triunfo en las elecciones del próximo junio.
Sheinbaum ha hablado de sueños en otras ocasiones.
A mediados de mayo, por ejemplo, en una de sus llamadas conferencias magistrales dijo a los oaxaqueños que “nadie puede parar los sueños del pueblo de México; nadie puede parar los sueños de una mujer mexicana”.
Y esa mujer mexicana es, por supuesto, Claudia Sheinbaum.
En esta precampaña y en la próxima campaña la “corcholata” favorecida por AMLO no dejará que destruyan su sueño burocrático. Porque para ella la política sin puestos y sin contratos no es un sueño, sino una pesadilla.
¿No cree usted?