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Noticia publicada a
las 02:04 am 22/09/17
Por: Gilberto Nieto Aguilar.
XALAPA, VER.- Conocí a Roberto Bustos García entre febrero y marzo del lejano año de 1966. Yo apenas comenzaba la educación secundaria, pero ambos éramos alumnos de la escuela Normal Rural de Perote, el centro de estudio, trabajo, recreación y al mismo tiempo hogar de aquellos aspirantes a profesor de primaria. Allí se comía, se estudiaba, se dormía y se preparaban las incursiones a la población en busca de las muchachas que endulzaran con sus risas la vida adolescente.
Bailarín y galán empedernido, en la escuela formaba parte del grupo “los tacudos”, los elegantes, los dandis, que bajaban muy bien vestidos y perfumados a las fiestas y eventos donde frecuentaban a las muchachas. En ese año de 1966, Carlos Rodríguez Velasco era el benjamín de la parvada de adolescentes estudiosos y deseosos de divertirse, como el propio Carlos recordó frente a la tumba de Roberto, con lágrimas en los ojos.
Para noviembre de ese año, Roberto se graduó como profesor de Educación Primaria y tuvo que emigrar en busca de los derroteros que le deparaba el destino. Se quedaron en la escuela dos de sus hermanos: Nazario y Luis, quienes aún debían concluir sus estudios. Enseguida trabajó en las inmediaciones de Martínez de la Torre, buscando la proximidad de Misantla a la que más tarde llegaría. Como su hermano Luis estudiaba en el mismo grupo que yo, visitamos a Roberto en algunas de las escuelas primarias rurales en que inició sus andanzas como maestro.
Después lo perdí de vista. En 1985 supe que era el “hombre educación” de Misantla: director de la secundaria general, director de la nocturna para trabajadores y director de la escuela preparatoria, según él mismo me contó. El hombre era licenciado en Ciencias Naturales y había perseguido un propósito desde que comenzó a trabajar y su primera meta estaba lograda.
En 1987 necesitó buscar nuevos caminos y su inquietud lo trajo a Xalapa como subdirector de la Secundaria General No. 4. Allí su paso fue efímero pues estaba destinado a realizar trabajos de proyección estatal y fue nombrado jefe del Departamento de Trámite y Control de escuelas secundarias generales en Veracruz. Por ese entonces incursionó en el periodismo y fue directivo de al menos dos rotativos de la capital.
Después de ser jefe de Enseñanza e inspector general, Roberto fue titular de la Subdirección de Escuelas Secundarias Generales de la SEV, de donde pasó a hacerse cargo del Grupo I de la Comisión Estatal Mixta de Escalafón. Fue una persona amable, alegre y platicadora. Pachanguero, buen orador, sentimental y amiguero. Un espíritu que siempre irradió alegría y le tendió la mano franca a sus iguales. Una persona que fue tocando vidas en su transitar por la existencia, a sabiendas que el ser humano es falible y perfectible.
Me llamaba Beto, como sólo se refieren a mí las gentes de mi pueblo. Cuando fue inspector de la Zona 25, solía invitarme a realizar sus clásicos recorridos, en donde hizo famosa una frase: “Hoy no me hace daño nada”, haciendo alusión a su buen gusto por la comida y por los antojitos mexicanos. Descanse en paz nuestro estimado amigo Roberto Bustos García.