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Relación mente-cerebro-cuerpo
Noticia publicada a
las 03:34 am 10/08/17
Por: Gilberto Nieto Aguilar.
* Primera parte
“Nuestra mente es lo que somos”, sentencia Eduardo Punset, abogado, master en Ciencias Económicas y comunicador científico español (Barcelona, 1936). “Recuerdos, emociones y experiencias se acumulan en el cerebro sujetándose en las uniones electroquímicas entre los millones de neuronas que contiene”, continúa. Ese órgano del cuerpo humano apenas hace poco desconocido,
ha sido por fin estudiado y considerado el rector del yo humano, el lugar donde se produce la ansiedad, el estrés, la depresión, la esquizofrenia, pero también donde nacen las grandes ideas que han cambiado al mundo.
Nos narra Punset (“El alma está en el cerebro”, Ed. Aguilar, 2007, México) que a mediados del siglo XVII, en Inglaterra, el alma era un principio inmortal e inmaterial. El alma piensa, siente y gobierna al cuerpo. El cerebro, por el contrario, parecía una glándula de aspecto desagradable y de irritante inutilidad. El filósofo de Cambridge, Henry More, lo definía como “una desestructurada, gelatinosa e inútil substancia”.
Descartes, el genio incomprendido (como muchos otros), aseveró que “hay un alma que razona en cada cerebro”. La idea de que mente y cuerpo se hallan separados y distintos se remonta a Platón y a los antiguos griegos; pero fue Descartes, quien en el siglo XVII describió en detalle la relación entre la mente y el cuerpo. En El tratado del hombre describe el dualismo de mente y cuerpo: la mente inmaterial o alma, tiene asiento en la glándula pineal, en el cerebro, y es la responsable del pensamiento, decía.
En ese siglo crucial, el médico inglés Thomas Willis es pionero con sus investigaciones neuroanatómicas y deja un gran legado para la historia de la anatomía, la fisiología y la neurología. Según Punset, en el siglo XVII, “Willis estudió con detalle la estructura cerebral y propuso una nueva concepción de la mente: para él, pensamientos y emociones eran tormentas de átomos en el cerebro”.
Con sus investigaciones, abrió el camino teórico que varios siglos después habría de llevar al descubrimiento de los neurotransmisores (la transmisión de información desde una neurona hacia otra neurona, una célula muscular o una glándula, a través de la sinapsis). Su conclusión fue que los trastornos mentales, como la depresión, se podían curar con substancias químicas que restablecieran el equilibrio del fluido nervioso. Hoy es común en nuestra cultura el uso de fármacos contra la ansiedad, la depresión, el estrés, para dormir o para mantenerse despierto.
Lo valioso de Willis es que dio los primeros pasos hacia las concepciones de “mente” y “cerebro” como los concebimos hoy, aunque tuvieron que transcurrir más de 300 años después de sus investigaciones. En lo que respecta a la idea del alma, ésta ha evolucionado con el hombre y se ha sometido culturalmente a los conceptos que prevalecen en el tiempo y el espacio como algo instintivo, muy propio del ser humano. Antes se pensaba que residía en el corazón, como centro de la vida. No se pensaba en el cerebro como lo hacemos ahora, “como el lugar en el que se ubica nuestro sentido del yo, nuestra personalidad, nuestros recuerdos” y nuestras emociones.