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El viaje o la transmigración…
Noticia publicada a
las 12:31 am 01/11/25
Por: Rogelio Martínez Huerta.
Desde el mítico viaje a Mictlán, costumbre del pueblo Azteca con la cual recordaban a sus seres queridos, sin olvidar el culto a los muertos del pueblo egipcio. Mucho se ha escrito sobre el retorno de los muertos que vuelven a estar con nosotros. Quedando en nuestros afectos agradar con los alimentos que eran de su gusto para que, honrados por sus seres queridos,
tengan a bien volver un año más y hacernos felices. Esto, porque el recuerdo y su juego de imágenes nos conducen a los paraísos de la felicidad, tomando en cuenta que recordar es vivir.
Podemos pensar de acuerdo a nuestros seres anteriores que, las almas al morir se irán con Dios, o que reencarnarán en otro ser u otra forma de vida. La realidad es que, al morir, son demasiadas las ideas que se agolpan en nuestra mente para justificar el viaje sin retorno de los seres que compartieron su alegría, sabiduría, cariño y existencia y que al morir nos dejaron un vacío existencial lleno de reminiscencias que nos hacen configurar a los seres amados principalmente.
Por lo que fuere, la costumbre de poner un altar, compartir las comidas y los dulces con aquellos que son un instante lleno de emoción, dejan en nuestra conciencia un sentimiento de felicidad, porque tener en la mente la imagen de los seres queridos, amigos, conocidos o personajes de la política, el arte y la sabiduría, es señal de que guardamos una breve distancia con la muerte y a esa el 90 por ciento de los seres humanos le temen.
Empero, los recuerdos reviven los momentos más felices, más emotivos. Pero sobre todo es rememorar a quienes nos dieron mucho de sus afectos, valores y presencia. Por eso, compartir con ellos es volver a vivir momentos que ellos compartieron con nosotros. Es cuanto…