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“Guerra civil soft” en EU
Noticia publicada a
las 01:45 am 14/02/19
Por: Alfredo Jalife-Rahme.
Hace ya casi un año, Glenn Harlan Reynolds (GHR), de US Today, inquirió si “EU se encamina a una guerra civil” y contestó que las “experiencias” de Sarah Huckabee Sanders (SHS), jefa de Prensa de Trump, y Kirstjen Nielsen (KN), Secretaria de Seguridad del Hogar, “sugieren que una guerra civil soft ha empezado”.
SHS fue expulsada del restaurante Red Hen en Lexington (Virginia)
debido a que el dueño y sus empleados desaprueban su política, mientras que KN fue acosada en otro restaurante por una furiosa turba anti-Trump.
Otro grupo de 2 docenas de contestatarios encabezados por CREDO Action se manifestó afuera del “hogar” de KN en Virginia (https://fxn.ws/2TJBF2f).
GHR narra que el autor Tom Ricks (TR) preguntó también si “EU se dirigía a una guerra civil soft (http://bit.ly/2TL0g6H)”, y cita al politólogo Thomas Schaller (TS): “ignoro si el país saldrá ileso”.
GHR alega que el “desprecio (sic) político es el problema de la fractura” de la sociedad.
TR aduce que todavía EU no se parece a “Kansas de 1856”, pero se dirige hacia allá, debido a la probabilidad de una “segunda Guerra Civil en EU en los próximos 10 a 15 años (http://bit.ly/2TKxGlY)”, y define laxamente la Guerra Civil: “una violencia política extensa con esfuerzos (sic) paralelos, aunque no necesariamente conectados, para rechazar la presente autoridad política en algunos ámbitos legales o espacios físicos”. Así las cosas, EU estaría ya en una guerra civil que no se atreve a pronunciar su nombre.
El politólogo TS comentó a Francis Wilkinson (FW), del portal Bloomberg (https://bloom.bg/2BwxeRj), cuyo dueño pertenece al Partido Demócrata, que “Trump tiene un amplio y comprometido aparato de propaganda para ayudarle” con una “enorme influencia con los votantes conservadores, muchos de los cuales sienten ya que libran una guerra racial y religiosa con sus espaldas adosadas a un muro demográfico”.
FW fustiga que “las pasadas presidencias de 2 Republicanos fueron producto del Colegio Electoral, un apéndice disfuncional de la política de EU que apabulla al voto popular”, y exhorta a que los Demócratas —que controlan Hollywood y Harvard— “renuncien a Alabama y Mississippi, a Kansas y Nebraska”.
Hoy, casi un año más tarde a las advertencias de “guerra civil soft”, la situación ha empeorado y con la mayoría en la Cámara de Representantes del Partido Demócrata y su notable número de mujeres —que se vistieron de blanco durante el discurso sobre el Estado de la Unión de Trump en el Congreso para recordar las demandas de las suffragettes a favor de la legalización del voto femenino hace un siglo—, ha fracturado aún más al país con una nueva dicotomía ideológica.
Trump exhibió sus 2 ases para su etérea reelección (http://bit.ly/2TJFBQx): su cruzada contra la inmigración y su diatriba contra el socialismo, que en EU solía ser un tabú, como sinónimo de comunismo, y que es inducido por el Senador Bernie Sanders y la representante millennial Alexandria Ocasio-Cortez (AOC).
La millennial AOC (https://bit.ly/2BwIVHE) lanzó un programa del “Nuevo Pacto Social Verde”, con el fin de reducir las emisiones de gases invernaderos y crear empleos, salpicado de trenes de alta velocidad y seguros médicos para todos.
Paul Krugman (PK), Nobel de Economía, arguye que “algunos políticos progresistas de EU ahora se describen como socialistas, y un número significativo (sic) de votantes, incluyendo una mayoría (sic) de votantes menores de 30 años (nota: los millennials) dicen aprobar el socialismo (http://bit.ly/2TK7p7f)”.
PK enfatiza que “ni los políticos ni los votantes reclaman la captura de los medios de producción” y que sólo buscan “atemperar los excesos del mercado”, lo cual es tildado de “socialismo” por la retórica conservadora, pero que el resto del mundo denomina “socialdemocracia (https://nyti.ms/2TEWT17)”.
A mi juicio, más que la retórica incandescente e indecente contra la inmigración y el socialismo, el mayor riesgo que enfrentará Trump radicará en la recesión que se cierne para 2020 y que agudizaría las fuerzas centrífugas y, quizá irreconciliables, en EU.