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¿Qué pasará con la reforma energética?
Noticia publicada a
las 02:17 am 18/08/18
Por: Vicente Bello.
El próximo día 27 se instalará la 64 Legislatura y a partir del 1 de septiembre comenzará el primer periodo ordinario de sesiones del primer año legislativo. Llegará como la legislatura más prometedora para la gente desde los tiempos del Constituyente de 1917.
No será un Congreso Constituyente, como lo fue en aquel año del 17 posterior a la revolución; pero la expectación por los cambios que ya concita es muy grande. La población espera cambios superlativos.
Y los espera a pesar de que el protagonista principal de este gran movimiento social y político que emergió en la elección reciente, Andrés Manuel López Obrador, haya dicho ya que al menos en los primeros tres años de su gobierno –es decir, durante toda la 64 Legislatura, cuyo comienzo a tiro de piedra está- no tendrían que esperarse cambios importantes en las leyes, lo mismo en la constitución general que en las leyes secundarias.
El ahora presidente electo ha dicho que no será su prioridad hacer cambios legales, porque a lo que estará abocado es a que se cumplan las leyes actuales. Que así, dijo, será suficiente para combatir la corrupción y la impunidad galopante del régimen actual.
Esta promesa contuvo los ánimos soliviantados de quienes perdieron la presidencia de la República. Y han aceptado negociar con él. Incluso poderes extraterritoriales como el del gobierno de los Estados Unidos ha estado consintiendo a Amlo, sin agredirlo. No al menos por el momento.
Los estadounidenses prohijaron desde hace muchos años la entrega del petróleo mexicano a sus intereses políticos y económicos, y por fin lo lograron en este sexenio de Enrique Peña Nieto, quien les cedió prácticamente todo lo que a México le representaba un jirón de soberanía y patria.
No es gratuito que muchos mexicanos que votaron por Andrés Manuel ahora se muestren preocupados por la actitud obsequiosa que con él tienen los gringos, cuando se esperaba que habiendo sido éste candidato de la supuesta izquierda mexicana se expresaran muy alarmados y enojados por el triunfo del tabasqueño.
Un triunfo que estuvieron escamoteándole durante 12 años en México y con claro contubernio de gobiernos como el de los Estados Unidos.
O durante 30, si se considera que en 1988 Cuauhtémoc Cárdenas –el candidato presidencial de aquel otro gran movimiento social que se levantó contra el PRI y el régimen recientemente instaurado del neoliberalismo, en 1982- habría ganado la presidencia de la República.
Una presidencia que finalmente le hurtó Carlos Salinas de Gortari con apoyo de Miguel de la Madrid Hurtado, quien ya muchos años después, siendo expresidente de México, admitió que se arrepentía de haber maniobrado desde el pináculo presidencial para que las instituciones electorales y legislativas otorgasen el triunfo a Salinas.
¿Se requieren o no cambios en las leyes para reformar el régimen, promesa fundamental de Andrés Manuel López Obrador?
Mucha gente que votó por él ha de pensar que sí, como también han comenzado a expresarlo en ese sentido especialistas del derecho.
De hecho, al interior del movimiento encabezado por Amlo, hay quienes presumen que las leyes deben ser reformadas si se desea un cambio verdadero. Por ejemplo, uno de los impulsores de esta corriente interna del obradorismo ha sido Gerardo Fernández Noroña.
Y Fernández Noroña ha sido un tipo impecable, con un prestigio creciente en todo el país por su solidez de pensamiento y gran honestidad política. Lo que opina, la gente le cree a juntillas y está con él.
Arrasó en el distrito de Iztapalapa adonde lo pusieron como candidato a diputado federal. Un distrito donde lo amagaban con madrearlo en serio, e incluso matarlo. Sus agresores no eran otros que gente coludida con narcotraficantes, a su vez en connivencia con autoridades locales perredistas al mando de Dione Anguiano.
Personas como Fernández Noroña están a punto de llegar a la Cámara de Diputados, y es de los que juran que el pueblo espera cambios profundos y verdaderos en las leyes. Y afirma que millones de mexicanos creen que el cambio verdadero pasa por la cancelación de la peor y más grave reforma constitucional que hizo el régimen priísta y panista: la energética.
Andrés Manuel dice que no será necesario cambiarla; que solo se procederá a poner bajo revisión los contratos que se firmaron de 2014 a la fecha. Y -mete la esperanza en esos millones de mexicanos que votaron por él para que echara para atrás la reforma energética- afirma el tabasqueño que eso acaso será suficiente para atorar a las compañías petroleras.
Hay mucho de fe en él, en su trayectoria, en su hasta ahora honestidad política, para que la gente no se ponga de malas, porque ahora que es presidente electo hay ya evidentemente promesas que no aspira a cumplir del todo.
Para mucha gente que votó por él, no hacer una reforma que cancele a la reforma energética de Peña Nieto, representará de plano una claudicación en favor del régimen que el movimiento que llega al poder aspira a “arrancar de raíz”.
Así lo creen legisladores que, sin duda, volverán a hacer historia como Gerardo Fernández Noroña, a quien en las dos recientes legislaturas –las que empataron con el sexenio de Enrique Peña Nieto- no pudo ser ni senador ni diputado federal, como lo fue en la 61 Legislatura.
Fue evidente que, en el sexenio que ahora está en vías de irse al basurero de la historia, hubo una fuerza invisible y poderosa que maniobró para que Fernández Noroña no estuviera en el Congreso de la Unión. Pero ahora lo estará. Veremos.